martes, 17 de julio de 2012

El más listo de la clase

Cuando las transmisiones televisivas de las carreras de ciclismo comienzan a emitir, por lo general faltan menos de 80 kilómetros a meta y el libreto ya está establecido con un pelotón perseguidor y una fuga en busca de la hazaña.
Entre estos últimos héroes es muy habitual encontrar a Thomas Voeckler, quién con su particular pedaleo y sus gestos ampulosos siempre llama la atención. Pero contrario a lo que se pueda pensar, no se trata de un vende humo y sus teatralizaciones y sufrimiento esconden a un estratega que no da puntada sin hilo.
Si el francés está en la escapada, con lo difícil que es entrar en ella, es porque le conviene y no por azar, y justamente por saber elegir es que siempre merodea el triunfo a pesar de no ser el más capacitado fisicamente.
Ayer por caso, y contra rivales más fuertes, fue tercero en un recorrido que quizás no era el que mejor le sentaba, pero se la jugó igual puesto que hoy tocaba jornada de descanso.
Voeckler es un ciclista sacrificado que saltó a la fama en 2004 por su férrea defensa del maillot jaune contra el mismísimo Lance Armstrong, y aunque no es un líder confiable para la clasificación general de una gran vuelta, si por alguna circunstancia está entre los mejores, es muy difícil desbancarlo, tal como sucedió en 2011, con su 4ºto puesto final en el Tour.
Este año, y para seguir acrecentando su figura de nuevo ídolo francés, estuvo en duda hasta días antes del comienzo de la carrera por una tendinitis en su rodilla provocada por su pedaleo exagerado y los grandes desarrollos que utiliza. Descartado como jefe de filas para mejorar el puesto logrado el año pasado, su objetivo pasaba por apoyar a Rolland, conseguir una etapa y darle horas de televisión al sponsor.
Ganó la décima jornada, estuvo en diversas fugas y ayer poco le faltó para rematar con éxito en la llegada a Pau, dónde prefirió dejarle la responsabilidad a sus rivales, urgidos de un triunfo que él ya atesora en esta edición. La jugada salió mal, como tantas otras veces corona con suceso.
A pesar de ser un estratega es un ciclista que corre a la ofensiva cuando está en el baile, y que no se esconde si ve posible el triunfo, hecho que queda en evidencia con la cantidad de días de competición con los que termina cada año o con los que llega al Tour, contrario a muchos otros que se guardan hasta julio.
Voeckler ama los recorridos duros, con subidas donde romper el grupo y atacar de lejos, sin importar el clima, y por lo general se lleva el gato al agua en las grandes citas, por lo que su palmarés no es numeroso pero sí selecto y extravagante, con campeonato nacional, etapas de la París-Niza, Tour, GP Quebec o la Amissa Tropicale Bongo, por citar algunos.
Un ciclista que ha sabido sobrellevar la presión del público francés que espera por la aparición de un nuevo Bernard Hinault que les devuelva el amarillo de su carrera, la mejor del mundo. Pero este particular personaje, consciente de sus limitaciones ha sabido contentarlos con sacrificio y gestas de aguante como la de 2004 o 2011 contra rivales de gran entidad.
Siempre fiel a las estructuras de Jean-René Bernaudeau, y con la última semana de carrera por delante, el gran Thomas promete espectáculo en tiempos donde todos especulan y juegan a no perder, se dejará la piel y el maillot en el asfalto, y aunque no consiga el triunfo nos hará revivir el ciclismo a la antigua, sin pinganillos... y al ataque.


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